Tomate el tiempo necesario para rezar por esas áreas en donde estás fallando. Pídele a Dios que te perdone y acepta con suficiente humildad aquellas que tiene tu esposo (a). Hazlo sinceramente y de verdad. Pídele perdón también a tu cónyuge. No importa lo que te responda, asegúrate de aceptar toda la responsabilidad con amor. Incluso, si te responden con críticas, acéptalas y recíbelas como un consejo.
Debemos tomar la responsabilidad de nuestros actos pasados y reconocerlos. Esto es un acto de humildad que no cualquiera tiene, solo los que aman. Es aquí donde fallan muchos; estamos tan llenos de orgullo, tan llenos de nosotros mismos, tan hartos de nuestra imagen, de nuestra reputación, que somos incapaces de pedir perdón por los errores que hemos cometido. Esta es la oportunidad de ser responsables ante nuestra pareja y aceptar, sin temor al rechazo, sin temor a las críticas -que las habrá-.
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