lunes, 22 de marzo de 2010

NO LANCES LA PRIMERA PIEDRA


Aunque la vivencia de mi grupo de oración ya la platiqué en otra ocasión, he querido compartir este post tal y como lo escribí hace casi 4 años.

Me encuentro escuchando en estos momentos una canción nueva para mí: "No lances tú la primera piedra" original de Mario Cervera.  Y mientras escucho la letra que nos invita a no hacer juicios sobre nada ni nadie, vienen a mi mente imágenes mezcladas, de un Jesucristo invitándonos a lanzar la pedrada, siempre y cuando estemos libres de pecado. Y seguramente como aquellos hombres en su tiempo, ninguno de nosotros tendría la tranquilidad de conciencia siquiera para levantar la mano.
Sin embargo es cada vez más difícil resistir la tentación de señalar al que creemos que está mal, al que no comparte nuestros puntos de vista y por lo mismo lleva el rumbo equivocado, al que es evidentemente culpable de crímenes gigantescos que no se comparan con las "pequeñeces", "insignificancias", y "casi invisibles" pecaditos que yo cometo (pobres de los que vemos la paja en el ojo ajeno, pero no vemos el tronco que hay en el nuestro).
Pensando en todas estas cosas, me llevó a recordar una experiencia vivída en un grupo de oración (los integrantes de este grupo que me lean seguramente lo recordarán).
Una noche, el Espíritu Santo  llevó nuestra oración hacia un camino nunca antes recorrido, y de repente nos encontramos rogando la misericordia de Dios por los criminales, asesinos, violadores, etc.  El comentario general al final de la sesión fue: " ¡ Qué extraño, qué raro me sentí ! , etc.  Y era verdad, se sintió "muy raro" rogar y dirigir nuestra oración por todas estas personas.  Pero en aquel momento también nos preguntábamos ¿qué tan "extraño" se pudo haber sentido Cristo cuando pidió el perdón para los que lo condenaron porque no sabían lo que hacían? El inmenso amor de Jesús, aún desde la Cruz, debe ser nuestro ejemplo. Y es que no estamos acostumbrados a rogar por quienes más lo necesitan. Nos parece más fácil (y más correcto), hacer oración por "los buenos", por nuestras familias, por nosotros mismos, por nuestra iglesia, etc.
Por eso creo que es tan bello El Padre Nuestro, porque utiliza palabras como nuestro, danos, nuestras ofensas, nosotros y líbranos. En plural y en general, sin entrar en especificaciones.
Todos somos hermanos e iguales a los ojos de Dios.

Publicado en MI ESPACIO  el 11-05-2006

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