sábado, 31 de octubre de 2009

EL LUNAR




 Había una vez una señora que se manchó una parte del brazo con un poco de tinta. Estaba tan recóndita la mancha y le dio tan poca importancia al asunto, que cuando hubo oportunidad de lavarse y la mancha no salió, no le preocupó en absoluto.
Al cabo de poco tiempo, la mancha pasó a ser parte de su cuerpo. Se lavaba, sí. Pero no suficientemente fuerte como para que saliera de una vez la simple mancha. La comenzó a sentir tan parte de sí misma que asumió que era un lunar nuevo que le había salido. Todos conocían su lunar y lo aceptaban como tal.
Hasta que un día, uno de sus sobrinos pequeños, con su particular inocencia, se acercó a ella y de manera curiosa y despreocupada comenzó a “rascar” su lunar. ¿Cuál no sería su sorpresa que al cabo de poco tiempo, el lunar comenzó a desaparecer paulatinamente? El niño, asombrado gritó “¡mira tía, tu lunar ha desaparecido!”
¡Cuántas veces nos encontramos en una situación así! Estamos tan acostumbrados al nuevo ritmo de vida tan despreocupado, que ya no sentimos más ese dolor por “las manchas” que nos hacemos en el diario vivir. La vida, los medios, la sociedad se ha vuelto tan cínica y envolvente, que nos enseña y enseña a nuestros jóvenes a no sentir pena ni vergüenza por las “manchas” que se puedan hacer en su vida. De tal manera que, si robaste dinero, si obligaste a otro a tener sexo contigo, si tus mentiras sirvieron para hundir a alguien, si cometiste una infidelidad a tu esposa, si eres un jefe injusto con tus trabajadores, lo vemos simplemente como una pequeña mancha. Una mancha que al principio ni estorba, y cuando pasa el tiempo, menos. Comenzamos a sentirla como si fuera parte inherente de nuestro cuerpo, de nuestro ser y lo vemos tan normal como un lunar. Al fin y al cabo, “todo el mundo tiene lunares ¿no?”

4 comentarios:

Sor.Cecilia Codina Masachs dijo...

Mi querida Tere:
He leído tu comentario del pecado, como «Un lunar». Me ha gustado tu comparación. Ciertamente que el sentido del pecado se ha ido perdiendo a la par que el de la gracia.Estamos entre «Luces y sombras, entre gracia y pecado», pero si nos esforzamos en vivir de la gracia, el pecado se irá como la mancha de tinta.Si la gente oye hablar de la Gracia, nos escuchará más que si le hablamos del pecado. La pecadora que nos relata el evangelista Juan 8,1-2, se convirtió al verse más que perdonada, no acusada y la misericordia la transformó de prostituta en virgen.
Gracias por cuanto nos aportas de intuitivo, inteligente, me gusta tu perfil, tu legría y todo cuanto Dios te ha dado.
ESTOY A TU LADO

Angelo dijo...

Yo añadiría que muchos ya no ven las manchas y se creen que están limpios. Me ha gustado como has presentdo esta entrada con tanto jugo. Un abrazo

Unknown dijo...

Mi queridísima Sor Cecilia: Muchas gracias por comentar, pues en cada palabra suya siempre vislumbro la intención de ayudar, de dar luz y de transmitir amor.
Tiene usted toda la razón del mundo. A veces se nos olvida dar más realce a las virtudes, en lugar de estar señalando los defectos. Espero ir poco a poco aprendiendo y encontrando el camino que me haga ver de manera más clara las virtudes, los aciertos, las cosas hermosas que debemos aprender, señalar, resaltar, transmitir, para que encontremos juntos ese camino que nos haga mejores y nos coloque más cerca de Dios. Agradezco mucho sus comentarios.
Gracias .

Unknown dijo...

Así es mi querido Angel: parte de mi intención iba encaminada también a eso: el hecho de que muchos no vemos "la viga que tenemos en el ojo" y preferimos señalar los errores y defectos de los demás.
Pero momentos como este, y temas similares, nos hacen por lo menos reflexionar sobre nuestros actos y tratar de hacer conciencia acerca de cómo llevamos nuestra vida y qué tanta caridad demostramos con nuestros hermanos.
Siempre es un placer leer tu comentario (y tu blog también).