jueves, 18 de noviembre de 2010

TERAPIA DE AUTO VALORACIÓN FAMILIAR

Hoy salí a comer con mis dos hijas a un restaurante de la zona costera. Y siempre que lo hacemos así, mi marido y yo bromeamos y decimos que vamos a nuestra "Terapia de Auto Valoración Familiar", puesto que las niñas mueren por entrar a la zona de juegos antes y después de comer, pero estar ahí es toda una experiencia. Como madre que soy de tiempo completo, llegan momentos en que la paciencia se esfuma y comienzo a repartir regaños cuando las chicas se empeñan en ver cuántos decibeles alcanzan con sus gritos, llantos, etc. y por ende, comienzo a quejarme sin parar con mi esposo: "la niñas hicieron esto", "las niñas estuvieron tremendas", etc. pero cada vez que acudimos a la zona de juegos de cualquier restaurante, cada una de las veces que me he quejado de ellas se me estrella con estruendo en la cara. No puedo creer el nivel de malcriadez que han alcanzado los niños de hoy. Me sorprende de veras la manera en que los padres los consienten, los apapachan, los maleducan y hasta les tienen miedo a los hijos que los manipulan, agreden y desobedecen como si estuvieran ciegos, sordos o ambos.
Las madres de plano acuden a esos lugares más que para comer o compartir con los hijos, para deshacerse y desentenderse de ellos, permitiendoles cualquier cantidad de groserías, arbitrariedades, quebrantamiento de reglas, etc.
Me maravilla ver cómo le dicen a su hijo con toda "autoridad":  
- "Papito, ya nos vamos a ir ¿eh?, termínate tu sopita, corazón".
A lo que "papito" contesta: 
- "¡no quiero!" - y regresa a jugar como cualquier cosa.
Esa llamada  a retirada duró mas de 15 minutos, con el estira y afloja del "ya nos vamos" y el todavía màs contundente: "no quiero", "un rato mas", etc.
Y yo me pregunto: ¿Quién manda ahí? Si de verdad te vas a ir, pues entonces, levántate y retírate. Ya veremos si el chico se queda o te sigue. Y si no tienes la intención de irte, entonces ¿para qué lo toreas?
Y mientras la señora platica y toma su café, el "papito" le impedía jugar a todas las niñas que se encontraban adentro, le pegó a otro niño, metió a la zona de juegos un rifle de juguete con el que molestaba a los demás, ¿y la mamá? Bien, gracias.
Todas y cada una de las veces que hemos ido a alguna zona de juegos, nos hemos dado cuenta de la realidad que impera en nuestros días: los hijos son los que mandan en casa.
Hemos visto las mas grandes groserías hechas a las mamás y a los abuelos. Hemos oído cómo un hijo regaña a su padre por no haber pedido el juguetito que él quería en su cajita feliz; hemos visto a padres y madres casi, casi rogar a sus hijos para que se alisten y se vayan ya del establecimiento.
¿Qué es lo que pasa en nuestros días? ¿Por qué hemos permitido los padres que los hijos se nos suban a las barbas de este modo? ¿En dónde está el respeto que todos debemos demostrar por las personas de la tercera edad?
¿Es acaso una especie de remordimiento paternal por no poder estar con los hijos el suficiente tiempo debido a las ocupaciones laborales?
Ahora que he tenido la oportunidad de regresar a impartir clases a nivel secundaria, con adolescentes, me puedo dar cuenta del daño tan grande que le hacemos a los chicos cuando no les enseñamos a respetar las reglas y a respetar a sus semejantes y a los adultos que los rodean. Invariable e inevitablemente, los chicos tampoco se respetan a sí mismos, puesto que jamás han sabido lo que es la disciplina ni la autoestima, ni el respeto.
Yo por lo pronto, ya salí con las baterías recargadas, porque aunque no me considero la mejor madre del mundo (tengo muchos defectos y carencias), creo que sí hemos hecho una labor decente a la hora de educar a nuestras hijas; y con todo y sus defectos (que los tienen), no les hemos permitido llegar a esos extremos de mala educación para con nosotros o sus abuelos, demás familiares y amigos.
Eso, claro, es "por ahora". Que Dios nos guíe para seguir haciéndolo durante el tiempo necesario.

3 comentarios:

AleMamá dijo...

Buena descripción de la realidad, y la tenemos todos cerca, ¿eh?
¿Qué te parece lo de los niños que sueltan en las misas? ¡y algunos padres ni se inmutan aunque se suban al prebiterio en la consagración!

Saludos

Unknown dijo...

Tienes razón Ale. A mí también me han tocado aquellos que se suben a las bancas, brincan en los reclinatorios, o peor aún, llevan su jueguito de vídeo o sus audífonos escuchando música. etc. Los mas grandecitos hasta mensajean por teléfono y los padres, les dejan hacer.
Por lo regular vamos a la misa de niños, por aquello de que el padre habla para que los chicos entiendan el Evangelio, etc. Aunque una vez leí la postura de un sacerdote que no estaba de acuerdo con las misas para niños, puesto que se acostumbran precisamente a eso: a hacer lo que les venga en gana en el templo sin respetar nada. Es cuestión de opiniones, creo. Me parece que también es cuestión del sacerdote. Un saludo Ale.

Hilda dijo...

Excelente artículo. Y esos niños de adolescentes llegan con los maestros y no les tienen ningún respeto. Llamamos al papá y este ni se inmuta.
No se dan cuenta que "cria cuervos y te sacarán los ojos"
Esos niños y adolescentes a quienes se les acostumbra dejar que hagan su voluntad y no respeten ninguna autoridad incluyendo la paterna, serán los delincuentes del mañana. No hay otro camino. Y por lo tanto que ni se admiren cuando el "papito" les deje sin casa, les robe el dinero, los saque de la casa, etc. etc. etc.
Saludos. Hilda