martes, 30 de noviembre de 2010

LOS NIÑOS Y LA TV (PRIMERA PARTE)

Hace mucho tiempo aprendí que la televisión es sumamente dañina para los niños, y curiosamente, unos días atrás encontré el artículo que leí en aquel tiempo y que ahora les comparto.

LOS NIÑOS PEQUEÑOS Y LA TV
A continuación presentamos el resultado de diversas investigaciones acerca de la influencia de la televisión en los niños.
La televisión provee una rápida sucesión de imágenes y sonidos captados por la mente infantil. Es una cantidad mayor de estímulos de los que puede obtener de la lectura en libros ilustrados, del juego o de los sonidos. La atención del niño se debilita al cabo de unos veinte minutos frente al televisor, independientemente de si el programa es interesante o no. Algunos niños experimentan actividad cerebral anormal mientras miran televisión, y en algunos pocos casos se ha notado la aparición de contracciones epilépticas. La hiperactividad es un comportamiento sin finalidad, inquieto, frecuentemente destructivo y con energía inagotable. Aunque es producido por varias causas, hay indicaciones definidas de que algunos casos son inducidos por el acto de mirar televisión. El niño no puede interactuar con el televisor, por lo que manifiesta una actividad desordenada después de apagarlo, para disipar la energía acumulada y las tensiones creadas por los programas que acaba de ver.
El acto de mirar televisión limita los movimientos de los ojos. Se ha relacionado la dificultad para aprender a leer, con movimientos oculares mal desarrollados. La televisión puede ser un factor contribuyente al creciente problema del analfabetismo. Esto es parte del hecho de que resulta más fácil sentarse frente al televisor que leer un libro. Los especialistas opinan que a ningún niño menor de 4 años debiera permitírsele mirar televisión.
Los niños se encuentran prácticamente inmóviles frente al televisor, de tal manera que disminuye considerablemente la cantidad de ejercicio que el niño necesita. Se vuelven tan pasivos que hasta elimina el acto de dar vuelta a las páginas de un libro, con lo que el niño llega a la escuela con funciones subdesarrolladas relacionadas con la coordinación entre los ojos, las manos y el cerebro. Las actividades normales y dinámicas del juego han quedado limitadas.
Es una lástima que, de la misma forma en que las autoridades y especialistas nos indican cómo deben cuidarse los niños en el auto, en la casa o en la escuela, no haya límites de seguridad para el tiempo que una persona puede pasar frente al televisor.
El niño generalmente lee libros escritos para su nivel de edad. Si no entiende algo, un adulto puede explicárselo fácilmente, porque a diferencia del programa de televisión, en la lectura no hay imágenes móviles ni hay dramatización. El niño no puede evaluar la información obtenida frente a la pantalla. Posee pocos puntos de referencia para separar la realidad de la ficción.  Aunque a veces los padres miran televisión con sus hijos,  la mayor parte del tiempo éstos están solos frente al televisor y no pueden recibir las explicaciones necesarias para entender ciertas cosas que ven o para contrarrestar los efectos negativos de otras.
Diversos estudios han demostrado que los niños aprenden muy poco con los programas educacionales televisados. Los materiales presentados son percibidos con la misma falta de atención consciente que los dibujos animados, por lo que el niño retiene muy poco.
Algunos padres creemos que si ponemos a los niños a ver “Plaza Sésamo” será menos dañino y más educativo para ellos; sin embargo, ni siquiera estos programas son recomendables durante tiempos prolongados frente al televisor.
A mí me gustaba mucho un programa educativo musical que mis hijas veían cuando eran más pequeñas. Se llama “Backyardigans”, y me parecía lindo que enseñaran a los chicos la ventaja de tener imaginación y jugar con ella, además de cantar y bailar durante todos los capítulos. En el simple patio de su casa, los chicos imaginaban barcos piratas, paseos por las nubes, desafíos con dragones, etc. Y yo decía “¡qué buena idea!, promueve y activa la imaginación de los niños” el problema que yo no veía en ese momento es que la imaginación de los niños no se activaría si no apagábamos el televisor y salíamos a poner en práctica lo que habíamos aprendido. Es ahí donde nos falta el equilibrio. De nada sirve que los pongamos a ver programas de manualidades y presumamos que nuestros hijos ven televisión de calidad, si no supervisamos y los impulsamos para que después practiquen lo que aprendieron en ese programa, que hagan trabajos y manualidades tal como lo aprendieron.
En un programa de televisión normal, las cámaras de televisión se mueven incesantemente de un lado a otro para crear acción instantánea. Pongan atención y cuenten cuantas veces cambia la imagen de un programa normal en un minuto. El lapso de duración de la atención del niño debiera alargarse con el paso de los años; pero los niños que miran televisión habitualmente tienden a tener la atención  cambiante de los niños pequeños. La imaginación no se desarrolla adecuadamente,  debido a que el niño recibe un cúmulo de información de fantasía visual y verbal.

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