Dos
cristianos futbolistas se preguntaban si al morir podrían jugar futbol en el
cielo. Se hicieron una promesa que el primero que muriera pidiera permiso de venir a decirle al otro si hubiera futbol en el
cielo o no. Pasando el tiempo,
murió uno, y se le apareció una noche al otro y lo despertó. “Hermano, hermano, ¡despierta!” “¿Qué pasó?” el otro respondió. “¿Has vuelto?” “¡Sí! Te traigo una buena y una mala noticia.” “¡Dime! ¡Dime!” “La buena es que sí hay futbol en el cielo.” “¿Y la mala?” “¡Mañana te toca jugar!

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