"Cometer errores es propio de humanos; reconocerlos y rectificarlos es propio de héroes"
En febrero de 2011 falleció el que fue conocido como “rey del
aborto”, no solo porque practicó varios miles, sino porque fue el que promovió
y consiguió el cambio de la legislación de los Estados Unidos. Ahora lloran su
muerte todos los líderes mundiales pro-vida. Se trata del famoso doctor Bernard
Nathanson. Yo tuve la suerte de conocerlo personalmente y me complace hablar de
él en este momento, porque es un caso típico de cómo las personas pueden
cambiar si se abren a la verdad científica y a la gracia. Él mismo ha descrito el itinerario de su vida como abortista
y como defensor de la vida.
Todo comenzó cuando una amiga suya resultó embarazada por él y no
quería seguir adelante con el embarazo. Este caso suscitó en él una gran
sensibilidad por la penosa situación de las mujeres que recurrían al aborto
clandestino, que con frecuencia era realizado por personas poco profesionales
en ginecología. Como las leyes norteamericanas prohibían el aborto, se decidió
a cambiar esa legislación y fundó, con algunos más, la Asociación Nacional para
Revocar las Leyes sobre el Aborto en Estados Unidos, en 1968. A los cinco años,
lo había conseguido, pues el Tribunal Superior legalizó el aborto en 1973. Él mismo ha descrito las tácticas que emplearon para conseguirlo de modo tan rápido y eficaz.
El primer objetivo fue hacerse con los medios de comunicación
masivos. “Los convencimos de que la causa pro-aborto favorecía un liberalismo avanzado y amañamos
los resultados de supuestas encuestas, que ellos publicaron”. Amañaron también
el número de abortos ilegales, pues cambiaron la cifra de 100 mil,
aproximadamente, por la de un millón. Esta mentira fue reiteradamente repetida
y publicada en los medios de comunicación, convirtiéndose en verdad.
La segunda táctica fue –son su palabras- “vilipendiar
sistemáticamente a la Iglesia Católica, calificando sus ideas sociales de
retrógradas; y atribuimos a sus jerarquías el papel del “malo” principal entre
los opositores al Aborto Permisivo”. El mismo Nathenson ha escrito que “los tambores
de los medios de comunicación persuadieron al pueblo americano de que cualquier
oposición al aborto tenía su origen en la Jerarquía Católica y que los católicos
pro-abortistas eran los inteligentes y progresistas”.
La tercera táctica fundamental fue denigrar o ignorar cualquier
evidencia científica de que la vida comienza con la concepción.
En 1973 fue nombrado director de Obstetricia de un gran hospital
de Nueva York. Allí inició una nueva tecnología que ahora se usa diariamente
para estudiar el feto en el útero materno.
Gracias a ella, pudo tomar por ultrasonido una muestra de un bebé
nonato, mediante un aparato aspirador para la práctica del aborto, antes de que
fuera absorbido del vientre de su madre. Esas imágenes cambiaron su vida, al
comprobar que ahí había vida y que lo que ahí ocurría era, ni más ni menos, el
asesinato de un niño indefenso. “Como científico, no es que simplemente lo
crea, sino que sé y conozco que la vida humana comienza en la concepción y
requiere toda la protección de que goza cualquiera de nosotros”.
En la revista médica "The New
England Journal of Medicine", escribió un artículo sobre su experiencia
con los ultrasonidos, afirmando que en el feto existía vida humana. Dicho
artículo incluía declaraciones como la siguiente: "el aborto debe verse
como la interrupción de un proceso que de otro modo habría producido un
ciudadano del mundo. Negar esta realidad es el más craso tipo de evasión
moral".
Aquel artículo provocó una fuerte
reacción. Nathanson y su familia recibieron incluso amenazas de muerte.
Cuando alguien le preguntó cómo, siendo las cosas científicamente claras,
no todos los doctores siguen su ejemplo, sino que algunos practican el aborto,
contestó: “Es cuestión de aritmética. A 300 dólares cada uno, un millón y medio
de abortos en Estados Unidos implican una industria que produce 500 millones de
dólares anuales, y la mayor parte van a los bolsillos de los médicos que los
practican”.
Poco tiempo después, un nuevo
experimento con los ultrasonidos sirvió de material para un documental que
sorprendió a la comunidad médica en particular y la sociedad en general. Se
titulaba El grito silencioso, y
ocurrió en 1984 cuando Nathanson le pidió a un amigo suyo -que practicaba de
quince a veinte abortos al día- que colocase un aparato de ultrasonidos sobre
la madre, grabando la intervención.
"Lo hizo -explica Nathanson-
y, cuando vio las cintas conmigo, quedó tan afectado que ya nunca más volvió a
realizar un aborto. Las cintas eran asombrosas, aunque no de muy buena calidad.
Seleccioné la mejor y empecé a proyectarla en mis encuentros pro-vida por todo
el país".
Dios ha premiado su honestidad, pues el doctor Nathanson, que era
ateo, fue bautizado en la Iglesia el 9 de diciembre de 1996 y desde entonces
fue un fervoroso católico.
¡Que ese buen Dios le haya acogido en Su Gloria!
Monseñor Francisco Gil Hellín Wikipedia
Arzobispo de Burgos
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