lunes, 26 de marzo de 2012

DE VILLANO A HÉROE

"Cometer errores es propio de humanos; reconocerlos y rectificarlos es propio de héroes"

En febrero de 2011 falleció el que fue conocido como “rey del aborto”, no solo porque practicó varios miles, sino porque fue el que promovió y consiguió el cambio de la legislación de los Estados Unidos. Ahora lloran su muerte todos los líderes mundiales pro-vida. Se trata del famoso doctor Bernard Nathanson. Yo tuve la suerte de conocerlo personalmente y me complace hablar de él en este momento, porque es un caso típico de cómo las personas pueden cambiar si se abren a la verdad científica y a la gracia. Él mismo  ha descrito el itinerario de su vida como abortista y como defensor de la vida.
Todo comenzó cuando una amiga suya resultó embarazada por él y no quería seguir adelante con el embarazo. Este caso suscitó en él una gran sensibilidad por la penosa situación de las mujeres que recurrían al aborto clandestino, que con frecuencia era realizado por personas poco profesionales en ginecología. Como las leyes norteamericanas prohibían el aborto, se decidió a cambiar esa legislación y fundó, con algunos más, la Asociación Nacional para Revocar las Leyes sobre el Aborto en Estados Unidos, en 1968. A los cinco años, lo había conseguido, pues el Tribunal Superior legalizó el aborto en 1973. Él mismo ha descrito las tácticas que emplearon para conseguirlo de modo tan rápido y eficaz.
El primer objetivo fue hacerse con los medios de comunicación masivos. “Los convencimos de que la causa pro-aborto  favorecía un liberalismo avanzado y amañamos los resultados de supuestas encuestas, que ellos publicaron”. Amañaron también el número de abortos ilegales, pues cambiaron la cifra de 100 mil, aproximadamente, por la de un millón. Esta mentira fue reiteradamente repetida y publicada en los medios de comunicación, convirtiéndose en verdad.
La segunda táctica fue –son su palabras- “vilipendiar sistemáticamente a la Iglesia Católica, calificando sus ideas sociales de retrógradas; y atribuimos a sus jerarquías el papel del “malo” principal entre los opositores al Aborto Permisivo”. El mismo Nathenson ha escrito que “los tambores de los medios de comunicación persuadieron al pueblo americano de que cualquier oposición al aborto tenía su origen en la Jerarquía Católica y que los católicos pro-abortistas eran los inteligentes y progresistas”.
La tercera táctica fundamental fue denigrar o ignorar cualquier evidencia científica de que la vida comienza con la concepción.
En 1973 fue nombrado director de Obstetricia de un gran hospital de Nueva York. Allí inició una nueva tecnología que ahora se usa diariamente para estudiar el feto en el útero materno.
Gracias a ella, pudo tomar por ultrasonido una muestra de un bebé nonato, mediante un aparato aspirador para la práctica del aborto, antes de que fuera absorbido del vientre de su madre. Esas imágenes cambiaron su vida, al comprobar que ahí había vida y que lo que ahí ocurría era, ni más ni menos, el asesinato de un niño indefenso. “Como científico, no es que simplemente lo crea, sino que sé y conozco que la vida humana comienza en la concepción y requiere toda la protección de que goza cualquiera de nosotros”.
En la revista médica "The New England Journal of Medicine", escribió un artículo sobre su experiencia con los ultrasonidos, afirmando que en el feto existía vida humana. Dicho artículo incluía declaraciones como la siguiente: "el aborto debe verse como la interrupción de un proceso que de otro modo habría producido un ciudadano del mundo. Negar esta realidad es el más craso tipo de evasión moral".
Aquel artículo provocó una fuerte reacción. Nathanson y su familia recibieron incluso amenazas de muerte.


Cuando alguien le preguntó cómo, siendo las cosas científicamente claras, no todos los doctores siguen su ejemplo, sino que algunos practican el aborto, contestó: “Es cuestión de aritmética. A 300 dólares cada uno, un millón y medio de abortos en Estados Unidos implican una industria que produce 500 millones de dólares anuales, y la mayor parte van a los bolsillos de los médicos que los practican”.

Poco tiempo después, un nuevo experimento con los ultrasonidos sirvió de material para un documental que sorprendió a la comunidad médica en particular y la sociedad en general. Se titulaba El grito silencioso, y ocurrió en 1984 cuando Nathanson le pidió a un amigo suyo -que practicaba de quince a veinte abortos al día- que colocase un aparato de ultrasonidos sobre la madre, grabando la intervención.
"Lo hizo -explica Nathanson- y, cuando vio las cintas conmigo, quedó tan afectado que ya nunca más volvió a realizar un aborto. Las cintas eran asombrosas, aunque no de muy buena calidad. Seleccioné la mejor y empecé a proyectarla en mis encuentros pro-vida por todo el país".

Dios ha premiado su honestidad, pues el doctor Nathanson, que era ateo, fue bautizado en la Iglesia el 9 de diciembre de 1996 y desde entonces fue un fervoroso católico.
¡Que ese buen Dios le haya acogido en Su Gloria!

Monseñor Francisco Gil Hellín                                                            Wikipedia
Arzobispo de Burgos


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