miércoles, 1 de mayo de 2013

CASUALIDADES IMPOSIBLES IV



En esta última parte, una premonición y una sorprendente coincidencia han quedado marcadas en la historia.

DOS INCIDENTES SENSACIONALES

Agosto de 1883, hora de cierre del periódico Boston Globe. El redactor jefe, De Sampson, acaba de tener un sueño terrible que aún se refleja en el sudor frío que le recorre el cuello. Le ha parecido algo tan real que, haciendo una especie de guiño macabro, lo coloca como noticia en un perdido recuadro de páginas interiores. Es una broma de mal gusto que apenas nadie detecta y que dice así: "36.000 muertos tras la erupción de un volcán en la isla asiática de Pralape".
La lógica bronca del director llegó al día siguiente. ¿Cómo era posible que un reportero experimentado hubiese publicado aquella sandez sobre un lugar ficticio? En un despacho de la parte alta del edificio se estaba especulando la multa o despido de Sampson cuando llegó una noticia referente a lo publicado en el Boston Globe. Varios investigadores e historiadores, sorprendidos por la noticia, demostraron con datos y viejos legajos en la mano cómo hacía unos siglos que un gran volcán había destruido la isla indonesia de Krakatoa, arrojando un balance de víctimas igual al soñado por el redactor. Sorprendente ¿verdad? Pero lo más intrigante estaba por llegar. Un nuevo informe universitario sentenció que los hechos ocurrieron a mediados del siglo XVII. En el momento de la erupción la isla tenía otro nombre, sólo conocido en lengua indígena: Pralape.
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Siete años más tarde de este caso de supuesta y sensacional clarividencia del pasado, ocurrió un hecho demostrado con apabullantes pruebas históricas. El rey Humberto I de Italia (1844-1900), figura clave en la Europa de finales del siglo XIX, sería el protagonista de un suceso que hizo correr ríos de tinta y expresiones de terror y fatalidad por todo el país.
El 29 de julio de 1900 el monarca, como impulsado por un indomable presentimiento decidió almorzar en una modesta trattoria que nunca antes había visitado. Ya en su interior, entre plato y manjar, se percató sobresaltado de la similar fisonomía de uno de los camareros. Le mandó llamar a un apartado y allí supo que era en realidad el dueño del local. Cara a cara el rey comprobó que su rostro, orejas, nariz, cabello y estatura eran idénticos. Aquel hombre era una insólita gota de agua, un calco vivo de carne y hueso.
Comentando tan extraña similitud, Humberto I fue palideciendo al conocer que ambos habían nacido el mismo día -14 de marzo-, tenían sendas mujeres del mismo nombre, Margarita; y el dueño había abierto aquel lugar justo el mismo día -9 de enero de 1878- y a la misma hora, en que el rey había sido coronado. Una placa de bronce situada a la entrada daba fe de aquella nueva "coincidencia".
Alucinado por aquel encuentro, el monarca decidió invitar a su sosia al gran festival atlético que se iba a disputar aquella misma tarde en las pistas de Monza. Quedaron en ello, y tras un cordial apretón de manos, comentó, muy impresionado, toda la ristra de casualidades vividas a su nutrido séquito de acompañantes.
Ya en el palco, con un asiento reservado aún vacío para su 'extraño gemelo", el rey tuvo un nuevo presentimiento. Al mismo tiempo, un mensajero avanzó entre el público y le gritó la mala nueva: el dueño del restaurante había sido acribillado a balazos por unos criminales a la misma entrada de la puerta 1. Le habían sorprendido encañonándolo de frente.
Al instante se produjo un natural desasosiego entre los integrantes del palco. Consternado, sin saber bien qué hacer, el gobernante se removió a uno y otro lado para montar en su carruaje sintiendo la punzada del peligro muy cerca; como si fuera consciente de que faltaba un solo segundo para que una pistola traidora, la del anarquista Gaetano Bresci, se le apareciese con su frío destello negro para descerrajarle varios balazos a bocajarro. El monarca quedaba herido de muerte en el interior del coche de caballos.
¿Coincidencia? ¿Vidas paralelas? ¿Sincronicidad imposible? ¿Fuerzas e hilos que se entremezclan en los profundos laberintos del destino? Aquí están los hechos. A ustedes les corresponde opinar.

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