viernes, 22 de junio de 2012

UN CONCIERTO INOLVIDABLE

Ayer, después de 13 años de no ver a Martín Valverde en concierto, pudimos por fin reencontrarnos con su música, su carisma y sus palabras. Cada vez que escucho a este hombre, es realmente una bendición.
Conocí a Martin hace unos 22 años y me da un gusto enorme ver la manera en la que ha crecido, ha evolucionado sin perder su escencia. Escuchar sus plabras frescas, directas, sencillas, es lindo porque no hay riesgo de extraviarse, de malentender, de interpetar diferente. Es por eso que arrastra multitudes de jóvenes.
Hubo algo que me llamó la atención de manera especial: cuando conocí a Martín, llenaba teatros y auditorios igual que ahora, pero en aquel entonces la mayoría -digamos que un 90% - de los asistentes eran jovenes igual que él, igual que yo. Ahora, veintitantos años después, la audiencia se ve significativamente "cambiada". Sigue habiendo muchos jovenes en efecto, pero el porcentaje de gente adulta, personas de la tercera edad y hasta niños es evidente.

Quiero suponer que aquellos que comenzamos a serguir a Martín desde sus inicios, hemos permanecido fieles al gusto por escucharlo y mas aún, hemos incluído en esa cita ineludible con su música, a nuestros hijos.
Ésta vez le tocó solo a la mayor de mis hijas, la cual estuvo la mayoría del tiempo atenta a lo que pasaba a su alrededor, pero que no aguantó la duración completa, una lástima; para cuando nos tocó cantar LA PANCITA DE MAMITA, ya estaba cansada y un poco malhumorada, de poco sirvió que recordara la manera en que ella y su hermana la cantaban cada noche antes de dormir cuando eran más pequeñas.
Gracias Martín, vuelve pronto.

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