A veces pienso que no tengo la
fuerza para ser seguidora de un equipo de futbol.
No entiendo cómo siendo
mujer, me puede gustar tanto ese deporte, lo puedo disfrutar con mucha pasión,
gusto, interés; pero no puedo ser capaz de proferir insultos, burlas o cosas
peores en contra de los rivales, quienes quieran que éstos sean.
Durante el juego me apasiono por
completo, me transformo, se me salen alguna que otra palabra más grande que las
comunes (palabrotas), pero debo decir con toda honestidad que éstas pueden ir
dirigidas al rival, al árbitro o a mi propio equipo.
No soy una aficionada “regular”
porque puedo ver con total objetividad cuando mi equipo está jugando mal o
cuando el rival está jugando bien.
Cuando perdemos por méritos del
rival, soy capaz de reconocerlo; cuando perdemos porque no se hicieron bien las
cosas, primero los insulto y después me enojo porque no tuvieron “pantalones”
para hacer las cosas bien, pero no recurro a los infantiles recursos de decir que
los otros se robaron el partido ni mucho menos.
Los árbitros son unos ineptos,
sí; pero lo son para los dos lados. Yo no pienso que ese árbitro les quitó dos
goles “legítimos” a mi equipo porque los otros le pagaron, o porque apostó
dinero y así le convenía.
A veces pienso que para ser
aficionado, debo tener a flor de piel esas prácticas cavernícolas que se veían
en las caricaturas viejas, donde los hombres se golpean sin ton ni son y cuando
uno sale vencedor se golpea el pecho y grita como hombre-mono, pela los
dientes, y atemoriza a los que lo rodean para “demostrar” que no cabe la menor
duda que es el vencedor o el más fuerte. Lo peor de todo es que en la
actualidad, estas prácticas no se quedan en los cavernícolas ¡perdón! en los
hombres, sino que también “el sexo débil” se ha agregado –para ratificar la
igualdad de género que tanto sudor nos ha costado alcanzar, o cuando menos
rasguñar-. De tal suerte que en foros, redes sociales y cualquier otro medio
que se permita, antes, durante y al finalizar el partido, salen todos los
hombres y mujeres del paleolítico a tirarse todas las armas conocidas y por
conocer a la cabeza del contrincante sin importar si perdí o gané, si es justo
o injusto, olvidándose por completo de si fue un buen partido o no. Ahí es
donde ya no embono en el perfil del aficionado “regular” de hoy día. A mí me
gusta el futbol por el futbol mismo. Disfruto mucho un buen partido aun cuando
mi equipo pierda o empate y reniego totalmente del juego aun cuando mi equipo
gane, si no hizo los méritos suficientes para merecerlo.
Hace apenas unos minutos, acabo
de darme de
baja de una página de internet donde supuestamente apoyan al
América –mi equipo-. Hoy ganamos el clásico de clásicos en mi país y los
insultos, abusos, burlas, no se hicieron esperar; eso no es para mí. Sobre todo
si tomamos en cuenta que las Chivas jugaron muy bien el primer tiempo y que
tuvieron la desgracia de tener tres lesionados y un expulsado. Cosa que no fue
culpa ni del rival, ni del árbitro.
Desde pequeños nos enseñan, que
cuando jugamos un deporte, debemos aprender a saber perder, reconociendo en el
rival, su superioridad del momento, su buen desempeño, su estrategia, etc. Pero
igual de importante debe ser saber ganar; respetar el rival, valorar su
esfuerzo, entender su sentir del momento, y celebrar, sí; pero no a costa del
otro. Para ser grande –si se siente uno así- hay que tener la humildad
necesaria para saber portar esa grandeza con dignidad. Me apena ver mucha gente
querida envueltos en la inercia que generan los medios de comunicación y que en
definitiva, no les permite apreciar un juego que –se supone- está dentro de sus
favoritos.
En resumen, a veces me siento
fuera de lugar, pero no puedo evitar disfrutar con todas mis ganas, un buen
partido de futbol, sin importar los equipos que jueguen, el país que
representen o quien gane o quien pierda. Simplemente por el placer de
deleitarme con lo que considero el deporte más hermoso del mundo.
1 comentario:
En uno de los estadios de acá está esta frase "Triunfo sin orgullo, derrota sin amargura". A veces olvidamos que no se trata más que de un juego, de diversión, de pasar un buen rato.
No entiendo que te extrañe que siendo mujer te guste el futbol, creo que tanto hombres como mujeres tenemos capacidad de entender y disfrutar cualquier deporte ;)
Saludos!
Publicar un comentario