jueves, 28 de marzo de 2013

Y LO SIGUIERON SUS DISCÍPULOS

¡Me dice tanto esta imagen acompañando al versículo del Evangelio!


Los discípulos lo siguieron, como de costumbre. Pero apenas aprehendieron a Jesús, el miedo pudo más y salieron despavoridos por distintos rumbos.
Ahora ya sé que al final, Pedro lo siguió a la distancia, Juan también y hasta los pies de la Cruz, pero en aquel momento ¡qué solo dejaron al Señor!
Y me da por pensar que yo muchas veces lo he dejado solo; que cuando he señalado a los apostóles por haberlo hecho, no me he dado cuenta de que yo, en muchas ocasiones, ni siquiera lo acompaño hacia el monte a orar; que estoy dormida permanentemente y que al menor inconveniente, salgo más veloz que cualquiera de ellos.
A veces me siento como aquellos que en el monte Tabor se sentían super a gusto y querían quedarse ahí a vivir, pero que en el Monte Calvario brillaron por su ausencia.


2 comentarios:

A. P. dijo...

Si Tere, cada vez que desobedecemos a Jesús, cada vez que actuamos contrariamente a lo que Él nos pide, cada vez que le negamos nuestra ayuda a quien la necesita, cada vez que nos quedamos callados y no damos una palabra de ánimo a quien tiene el alma triste, en cada una de estas ocasiones le estamos dando la espalda al Señor, estamos tomando la actitud de salir corriendo a toda velocidad. Claro, después nos arrepentimos y lo hacemos sinceramente, y hasta nos sentimos culpables y nos da vergüenza regresar a sus pies. Pero lo maravilloso, lo que día tras día, fracaso tras fracaso, carrera tras carrera me llena los ojos de lágrimas es saber que cada vez que me arrepiento, cada vez que me doy cuenta que salí corriendo dándole la espalda´ y regreso, ahí está Jesús, esperándome con los brazos abiertos y con puro amor y perdón en su mirada. Si, Juan se acobardó y salió corriendo, lo siguió de lejos dice la Biblia, pero regresó, y cuando lo hizo Jesús lo perdonó y él continuó siendo su Discípulo Amado, tanto que tuvo el privilegio de ser quien recibiera la revelación del libro de Apocalipsis o Revelaciones. Si, Pedro lo negó tres veces y salió corriendo, pero cuando regresó, cuando se reencontró con Jesús, Él lo perdonó, le dio la oportunidad de reiterarle tres veces que lo amaba, y por si fuera poco, luego le dijo… apacienta, pastorea a mis ovejas. Que maravilloso que es nuestro Señor, un Señor que nos ama, nos perdona y nos da segundas oportunidades. Por eso, y porque Él me amó primero a mi es que lo sigo eligiendo, sigo eligiendo seguirlo, aunque a veces salga corriendo!

MiriamL dijo...

Es lo mismo que el pueblo israelita en el desierto, cuando leemos su desobediencia una y otra vez, nos preguntamos ¿cómo podían desobedecer a quien les daba todo?
Tal como lo dice A.P. cada día que dejamos de hacer lo que El quiere que hagamos, estamos actuando como aquel pueblo de duro corazón.
Lo bueno es que El es tan amoroso que cuando volvemos arrepentidos, está con sus brazos abiertos esperándonos :)