Anuncio del nacimiento de Juan Bautista, el Precursor (Lc. 1, 1-25)
A veces me siento como Zacarías:
cuando veo, escucho o tomo conciencia de que Dios me está mandando una señal,
de repente dudo, pregunto, cuestiono.
Es como si todo el tiempo
estuviera pidiendo a Dios un rosal, y justo cuando me da la semilla, el agua y
la tierra para sembrarlo y obtener lo que tanto tiempo pedí, entonces
preguntara: “¿y por qué a mí?”
De cualquier manera, Dios
concedió la dicha a Zacarías e Isabel de tener el hijo que tanto deseaban ¡y
qué hijo! Tal como a mí, a pesar de mi testarudez e inconciencia, me sigue proveyendo
de todo lo que Él sabe que me hace falta.
Perdón por mi falta de fe e
ingratitud Señor.
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