Hay una publicidad en la radio
actualmente que dice: “Ayudar está de moda” y cada vez que la escucho me
pregunto: “¿desde cuándo ayudar es cuestión de moda?” ¿O sea, que tal como las
tendencias en la ropa, zapatos y accesorios, “la moda de ayudar” cambia con las
estaciones del año? No sé, supongo que la intención es buena, pero a mí hay
algo que no me cuadra cada vez que la escucho.
Debido a estos eventos de
beneficencia que se hacen continuamente, es que a mí siempre me ha asaltado la
duda de si son honestos o no. No porque no esté segura si donan el dinero a las
instituciones correspondientes, sino que me parece que las empresas no dejan de
lado sus conveniencias financieras y se avocan más a la publicidad que a la
donación. Es decir, si alguien puede llegar a pagar miles de pesos por un
concierto, ¿por qué no mejor dona esos miles de pesos directamente a quienes lo
necesitan? Si lo recaudado va a ser para donar alimentos a los pobres, ¿cómo es
posible que tú pagues miles de pesos por ir a cenar caviar, pato, champaña,
etc.?
A propósito de esto, hace unos días
acabo de ver en Internet un video sobre una teleconferencia que dio el entonces
Cardenal Jorge Bergoglio para los integrantes de Cáritas. Creo que él puede ser
más claro y elocuente que yo.
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