La Anunciación (Lucas 1, 26-38)
No lo sé, no lo sé. A todos los
cristianos nos une el profundo amor por Jesús y la firme convicción de que Él
es Dios mismo en su forma humana. Eso siempre me llena de gozo; aunque no me
deja de dar cierta tristeza que la persona de María nos cause tanta desunión. Hay
tantas cosas que yo no comprendo; tal vez he estado encerada en una burbuja,
viviendo en un mundo de fantasía o tal vez he sido privilegiada por tener unos maestros
especiales. Pero yo, lo único que he aprendido –que me han enseñado- en mi vida como
católica es a AMAR a María. Jamás he escuchado de mis maestros que hay que
adorarla, jamás he aprendido que es igual que Dios; nunca me han dicho ni instruido
en que debo arrodillarme ante ella; en ninguna ocasión he escuchado que me
digan que es ella la que concede los milagros. Lo único, lo ÚNICO que he
aprendido es a AMARLA. Y si su ejemplo no fuera suficiente, si su ternura, su
fuerza, su valentía, su amor, su sufrimiento, su silencio, su entrega, su fe, no
fueran suficientes, habría algo que nadie debería atreverse a contradecir: EL
AMOR DEL PADRE.
Si Dios consideró que esa mujer
era suficientemente buena, limpia, merecedora de llevar en su vientre a Su
Hijo; si le tuvo el respeto suficiente como para enviar a su Ángel a anunciarle
lo que tenía planeado para ella, ¿quién soy yo? ¿Quién soy yo para no
respetarla, amarla, venerarla por el simple y sencillo hecho de que Dios Padre
lo hizo antes que yo?
¿O tendremos que asumir que Dios
utilizó a María como un envase desechable en donde albergó a Jesús durante
nueve meses y después se olvidó de ella para dejarla vivir en el olvido y sin
que su participación en ese misterio de la Encarnación tuviera mayor
relevancia? No sé, me cuesta pensar en un Padre “utilizador” y “desechador”.
No lo sé, no lo sé. Supongo que
en parte es “culpa” de todos aquellos que se dejan arrebatar por el amor al
grado de hacer cosas “raras” que no están dentro de las enseñanzas de la
Iglesia. Pero me da tristeza, porque ha nublado la mente, el entendimiento, la
caridad, el amor y la comprensión de muchos que nos juzgan y hasta nos condenan
a todos por igual.
Yo no puedo concebir el ser
cristiana, sin amar a María. A nadie le gusta que le insulten a su madre, ¿le
gustará a Jesús?
"...porque ninguna cosa es imposible para Dios" (Lc. 1, 37)
"...porque ninguna cosa es imposible para Dios" (Lc. 1, 37)
Imagen tomada de:
http://odresnuevos.wordpress.com/2012/03/26/la-anunciacion/
5 comentarios:
Mira que es sencillo amiga, y no nos queremos enterar :)
Basta pensar en lo que planteas. Mirar como nos sienta el modo en que miran a la mamá de uno mismo y ya está la respuesta.
Un abrazo.
Tere me gusta tu entrada, se nota que tú sí has comprendido cual ha sido el papel de María en el nacimiento de Jesús, se nota que has leído bien Las Escrituras y no has tergiversado su contenido. A veces se dice que los protestantes despreciamos a María pero eso tampoco es cierto :) tal como tú lo mencionas, reconocemos que Dios la escogió como madre de Su Unigénito Hijo porque ella era Su sierva fiel.
Saludos!
Mento, me hiciste recordar. Fíjate que cunado fui adolescente no llevaba buena relación con mi mamá, sin embargo, cuando alguien le faltaba al respeto o discutía con ella, sentía cómo me hervía la sangre y quería defenderla.
Gracias por tu comentario.
Miriam, ¿sabes cuál es una de las cosas que más agradezco a Dios en cada oportunidad? Tener amigos como tú. Y tengo muchos, afortunadamente.
Te doy las gracias desde lo mas profundo de mi corazón por ser como eres, por tu cariño, por tu respeto, por tus palabras siempre hermosas, siempre sinceras, siempre respetuosas.
Y para quien lea también este comentario, tengo la suerte de tener bastantes amigos NO católicos. Y para mí verdaderamente ha sido una bendición, porque he aprendido mucho de ellos. A veces me siento favorecida, porque he visto como otras personas se ofenden, se agreden, y ponen por los suelos su filiación cristiana y -aclaro- como lo dije en la entrada, no son solo de un bando, sino de todos lados.
Gracias por tus palabras.
Gracias por tus palabras Tere. Yo también admiro mucho tu forma de ser, como te expresas, sé que lo que dices está bien meditado y tiene fundamentos sólidos :D ¿Y sabes que? El amor cristiano no tiene bandera, se ama a todos por igual, reímos con los que ríen y lloramos con los que lloran, y eso no porque seamos buenos sino por el toque del Espíritu Santo.
Saludos!
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