Por Michelle Arnold
Me encanta leer historias de conversión. He
leído tantas que a veces no recuerdo exactamente lo que un converso dijo sobre
su viaje, sólo que él entró en la Iglesia. Ese
es el caso con una historia que recuerdo haber leído hace años, probablemente
en una antología de relatos de conversión. No
recuerdo mucho de los detalles, sólo un relato extraordinario acerca de la
oración respondida.
Este converso había asistido a un seminario protestante famoso en los EE.UU., uno que había estado viendo a un sorprendente número de sus alumnos entrar en la Iglesia Católica. Cuando el converso contaba su historia de conversión a un sacerdote religioso de orden, mencionó al sacerdote que había estado en el seminario protestante. El sacerdote le preguntó el nombre de la escuela. "Oh, probablemente nunca han oído hablar de ella", dijo el converso; a continuación le dijo el nombre de la escuela. El sacerdote sonrió y dijo que conocía muy bien la escuela. Él solía enseñar allí.
Este converso había asistido a un seminario protestante famoso en los EE.UU., uno que había estado viendo a un sorprendente número de sus alumnos entrar en la Iglesia Católica. Cuando el converso contaba su historia de conversión a un sacerdote religioso de orden, mencionó al sacerdote que había estado en el seminario protestante. El sacerdote le preguntó el nombre de la escuela. "Oh, probablemente nunca han oído hablar de ella", dijo el converso; a continuación le dijo el nombre de la escuela. El sacerdote sonrió y dijo que conocía muy bien la escuela. Él solía enseñar allí.
El converso se sorprendió, por lo que el sacerdote explicó. La
propiedad en la que el seminario protestante estaba ahora operando solía ser
una escuela católica de chicos a cargo de esta orden religiosa del sacerdote. Durante
muchos años, los sacerdotes que dirigían la escuela habían rezado por las
vocaciones al sacerdocio entre los niños que enseñaban. A
continuación, la escuela tuvo que cerrarse y la propiedad fue vendida al grupo
protestante que comenzó el seminario del converso.
Las oraciones por las vocaciones sacerdotales habían producido fruto inesperado. Sus oraciones habían sido por las vocaciones al sacerdocio entre los muchachos que enseñaban. Dios respondió con vocaciones a la Iglesia entre los estudiantes del seminario protestante.
Las oraciones por las vocaciones sacerdotales habían producido fruto inesperado. Sus oraciones habían sido por las vocaciones al sacerdocio entre los muchachos que enseñaban. Dios respondió con vocaciones a la Iglesia entre los estudiantes del seminario protestante.
Yo tuve una experiencia parecida recientemente, con una respuesta
inesperada a la oración que me recordó esa historia.
Cuando el cardenal Joseph Ratzinger fue elegido al papado en 2005, una de
las preocupaciones comunes que muchos tenían era que él acababa de cumplir 78
años. ¿Podría
ser que su pontificado fuera inusualmente corto? Después
de todo, Juan Pablo I había muerto después de sólo un mes en el papado en 1978
y era 10 años más joven cuando fue elegido, que cuando lo fue Benedicto XVI.
Benedicto, en algunas declaraciones hechas después de aceptar las
elecciones, parecía pensar que su pontificado sería "corto", que en
su momento fue considerado como una referencia a su avanzada edad.
Entonces decidí orar por la continuidad de Benedicto XVI en el papado, que
yo a veces, en broma, decía esperar que durara décadas. Yo
sabía que décadas no era probable, pero tampoco quería ver un final prematuro a este papado. Así
que redacté una breve oración para pedir lo que yo quería que fuera un largo
pontificado de este Papa, pero añadí una frase para “cubrirme”, porque me
acordé de la oración de Cristo, que "no se haga mi voluntad, sino la
tuya" (Lucas 22:42). Después
de los primeros años del pontificado del Papa Benedicto XVI, no se me ocurrió
rezar esa oración muy a menudo, pero de vez en cuando la recordaba. Entonces la rezaba de nuevo, por si acaso. Porque
me ha encantado este Papa tanto y quería que estuviera con nosotros durante
tanto tiempo como fuera posible.
Luego, la renuncia se produjo; un final a este pontificado que nadie podría
haber esperado, sin importar cuantos signos
o banderas se desplegaran. Y me acordé de nuevo la oración:
“Señor, por favor dale [Papa Benedicto XVI] el tiempo necesario para hacer todo lo que tienes que hacer a través de él, dejando sin hacer sólo aquello que Tú quieres que otro haga”.
Yo de ninguna manera podría anticipar cómo Dios iba a interpretar esa oración, pero parece evidente, a la luz de los acontecimientos recientes, que concedió la oración de una manera totalmente inesperada. Me debatía entre dejar salir un angustiado grito del corazón ("¡Señor, yo no quise decir eso!"), o sonreír, al ver cómo Dios escribe derecho con renglones torcidos.
“Señor, por favor dale [Papa Benedicto XVI] el tiempo necesario para hacer todo lo que tienes que hacer a través de él, dejando sin hacer sólo aquello que Tú quieres que otro haga”.
Yo de ninguna manera podría anticipar cómo Dios iba a interpretar esa oración, pero parece evidente, a la luz de los acontecimientos recientes, que concedió la oración de una manera totalmente inesperada. Me debatía entre dejar salir un angustiado grito del corazón ("¡Señor, yo no quise decir eso!"), o sonreír, al ver cómo Dios escribe derecho con renglones torcidos.
Si hay una moraleja en esta historia, me imagino que es ser cuidadoso con lo que pedimos. Usted bien podría conseguirlo. Pero lo que se obtiene puede ser también totalmente inesperado.
Original en inglés publicado aquí:
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