martes, 19 de febrero de 2013

CORAZÓN DESIERTO



En la Cuaresma hay un llamado en la Palabra de Dios para activar nuestra fe, es decir, es un trabajo que requiere “despejar” el terreno que es nuestro corazón; en el Evangelio, el Espíritu llevó a Jesús al desierto. También nosotros debemos hacer “desierto” en nuestra vida, entendiéndolo no como lugar de muerte y desolación, sino en el sentido de apartar lo que nos estorba, dejar nuestro corazón libre de obstáculos. La gran tentación a la que estamos expuestos la mayoría de los que frecuentamos la Iglesia es la de reducir la fe al puro culto, prescindiendo de otros compromisos. Más aun, ese puro culto lo reducimos aún más, dejando en una serie de celebraciones y prácticas que realizamos por simple costumbre y que no vivimos, no afectan a nuestro interior, no conducen a una verdadera conversión al Dios de la vida. 

Un vecino encontró a Francisco cuando éste estaba buscando algo de rodillas
-        ¿qué andas buscando?
-        Mi lave. La he perdido
Y arrodillados los dos se pusieron a buscar la llave perdida. Al cabo de un rato, dijo el vecino:
-        ¿Dónde la perdiste?
-        En casa
-     ¿Santo Dios! Y entonces, ¿por qué la buscas aquí?
-        Porque hay más luz.


¿De qué vale buscar a Dios en los lugares santos, si donde lo has perdido ha sido en tu corazón? Que esta Cuaresma sea una oportunidad para reavivar la fe y para encontrarte con el Dios de la vida y de bondad en ti.

Tomado de
5 Minutos de Oración en el Hogar.

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