lunes, 25 de febrero de 2013

TESTIMONIO VIVIENTE



Evangelio según San Juan
1:1 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
1:2 Ella estaba en el principio con Dios.
1:3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
1:4 En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,
1:5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
1:6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.
1:7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
1:8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
1:9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
1:10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
1:11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
1:12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;
1:13 la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
1:14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
1:15 Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»
1:16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia.
1:17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
1:18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

Yo creo que nosotros, que yo debo ser como Juan el Bautista, que debo dar testimonio de Él, de la Palabra que es Luz que brilla en las tinieblas. A mí me toca profundamente este texto del Evangelio, porque siento que no he sabido ser testimonio en mi vida ni en mi familia ni en mi trabajo. Y no se trata de ponerme a gritar a voz en cuello las maravillas que ha hecho Dios por mí, sino de saber transmitir con mi vida y con mi actitud, lo que puede hacer Dios en la vida de quienes creen en Él.
Hoy, oro porque desde mi lugar, sepa yo transmitir lo mucho que Él ha hecho por mí y por mi familia y por mis amigos. Y que sepa ser, como lo decía nuestro querido guía espiritual, Humberto Sánchez (QEPD): testimonios vivientes del amor de Dios y de que Jesús vive.


2 comentarios:

MiriamL dijo...

Tere eso es lo que Dios demanda de nosotros pero como nos cuesta tanto :) nos dejó al Espíritu Santo, sé que El te llenará con Su gracia para puedas cumplir con Su voluntad.
Un abrazo

Unknown dijo...

Ojalá Miriam. Me gustaría que por lo menos mis hijas aprendieran a amar a Jesús por medio de mi testimonio como mamá. Obviamente que el Espíritu Santo es el que da esos frutos y yo me encomiendo a Él, claro que sí.
Gracias por tus palabras. Yo creo que los buenos deseos que provienen de amigas creyentes como tú, son oraciones que llegan al cielo en bien de nosotros.