Esta lectura me la encontré hace algunos años y ha significado mucho para mí, un gran aprendizaje. Hoy quiero compartirla con ustedes.
Mónica me alcanzó a la salida de la Iglesia: "Tenía que decirtelo ahora mismo. Mi papá salió muy bien de la operación. Gracias por haber rezado por él".
Yo dije educadamente: "No hay de qué", pero me sentí verdaderamente miserable porque en realidad no había de qué. Había prometido rezar por el papá de Mónica, pero se me había olvidado.
Aunque su papá iba recuperándose rápidamente, mi propia recuperación no era tan fácil. El pensamiento de que había defraudado a Mónica me carcomía.
En mi vida, las
oraciones de mis amigos me habían sacado de muchos apuros. Y pensaba que orar
por los demás era uno de mis grandes privilegios como cristiana.
Unas semanas más
tarde, estaba yo frente al fregadero de la cocina, después de la comida. Me quedé
mirando la ventana que está frente al fregadero y que había yo lavado esa misma
mañana. Por primera vez me fijé en el travesaño que la dividía y se me ocurrió
una idea. ¿Qué tal si en ese travesaño pegaba yo unas papeletas con los nombres
de las personas por las que yo quería rezar y convertía el tiempo de la lavada
de platos en tiempo de oración?
Me agradó tanto la
idea que inmediatamente me sequé las manos y fui a buscar unas papeletas, una
pluma y un rollo de cinta adhesiva. Traté de acordarme de las personas que me
habían pedido que orara por ellas. Me acordé de siete y escribí cada nombre en
una papeleta y la pegué en el travesaño. Aquella tarde, el tiempo de lavar los
platos se me pasó sin sentirlo.
Conforme se iban
solucionando los problemas por los que se me había pedido rezar, quitaba sus
papeletas y las reemplazaba por otras.
A unas de esas
papeletas, Dios ha respondido “si”; a otras “no”; y a otras más, “espera”.
Mi marido y mis
hijos con frecuencia revisan mis papeletas y me piden que añada un nuevo
nombre.
Hemos llegado a
llamarlas “Oraciones S.O.S.”, porque mucho de lo que está escrito en ellas es
urgente.
Orar por las
necesidades específicas de nuestras familias y de nuestros amigos con cierta
constancia, ha sido una de las grandes alegrías de nuestra vida cristiana.
Ahora estoy
contenta de haber olvidado rezar por el papá de Mónica.
-"Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." Mateo 18:20
Al día de hoy, hay
otra “ventana” por la cual –por lo menos yo- me asomo con mayor frecuencia que
la de mi casa, y es la computadora; específicamente hablo de Internet, por eso agradezco públicamente a mi amiga
Liliana que me ha puesto en contacto con un sitio que conocía, pero a medias: MayFeelings.
Yo había visto
muchos de sus videos, pero no sabía que había una red social especial para
rezar por peticiones hechas desde mucha partes del mundo y por variadísimos
motivos. Estuve navegando un poco por el sitio, me suscribí y he entrado al
mundo de la oración desinteresada por personas que ni siquiera conozco, pero
que también están dispuestas a dedicar un minuto de oración por mis intenciones.
Me parece una idea
formidable, muy apegada a las enseñanzas de Jesús y que me atrevo a
recomendarles. Todos tenemos alguna vez necesidad de sentirnos acompañados y
reforzados con la oración.
Si no lo conoces
todavía, te invito a que lo hagas.
Y si vas por ahí,
te pido un minutito nada más dedicado a mi amigo Arcendo. Fue por él que llegué
hasta ahí.
-"Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres" 1 Timoteo 2:1
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