La violencia generalizada que vivimos en el país a veces parece ser incontrolable. Todos los días en los diarios vemos noticias alarmantes; cuando no son asesinatos, son asaltos o secuestros; son accidentes provocados por la furia combinada con la incapacidad que pagan, sin excepción, los más desprotegidos: los niños y los ancianos.
El lunes pasado le ha tocado a una persona famosa, la desgracia de caer en las manos de una persona violenta. El futbolista de primera división y titular indiscutible de la selección Nacional Paraguaya de futbol Salvador Cabañas fue herido con un tiro en la cabeza mientras se encontraba en el baño de un bar.
No se puede decir que la situación no sea lamentable; este ser humano, que ha sobrevivido de manera milagrosa, está en peligro de muerte, víctima de una serie de irregularidades que, además de la violencia de su ejecutor, encierra la incapacidad de las autoridades para hacer cumplir la ley que dice que:
Los bares no pueden vender bebidas alcohólicas después de las 2 de la madrugada y tampoco pueden permanecer abiertos al público después de estas horas. Salvador Cabañas fue herido después de la 5 de la mañana.
La incapacidad de la policía para hacer su trabajo: el presunto agresor fue identificado a las pocas horas del incidente; “lamentablemente” el identificado ya estaba recluido en la cárcel desde algunas semanas antes. Simplemente ridículo.
La incapacidad de los policías de turno, que tardaron tanto en atender la llamada que cuando llegaron al lugar de los hechos ya habían lavado, limpiado y hasta desinfectado la escena del crimen.
En fin, que solo porque la víctima de este crimen es una persona famosa, nos hemos enterado fielmente de las cosas sucedidas, pues desde las primeras horas del lunes, no se habla de otra cosa en todos los medios de comunicación. Sin embargo uno no puede dejar de pensar en los cientos y cientos de personas anónimas que sufren en carne propia la desaparición, la muerte, los accidentes y las vejaciones de sus seres más queridos, gracias sólo a la ola de violencia que invade el país y que a los ojos del ciudadano común, parece incontrolable.