El viernes pasado, mi hija pequeña llegó a casa con un recado que el maestro de educación física solicitaba la presencia de los padres en la escuela para este lunes. Como ya nos tienen bien espantados con las cooperaciones económicas que hay que hacer por todo y a cada rato, me imaginé que algo de eso habría y me fui condicionada a la famosa junta.
Desde que llegamos ya los comentarios me cambiaron la jugada de lo que pensaba, pues la chica que cuida la puerta nos preguntó si veníamos a la "macro activación".
El nombrecito me espantó mas que la creencia de la cooperación económica.
Una vez que terminó el homenaje a la bandera, con sus respectivos himnos de México y Veracruz, entramos a ver al profesor, solo para que nos quitara cualquier duda de la cabeza: se trataba de hacer ejercicio con nuestros pequeños. ¡Oigame hubiera avisado!, ¡cómo nos cita así como así sin advertir de qué va la cosa!
Bueno había de todo: mamás que ya iban vestidas con el uniforme del trabajo, otra mas que llevaba unos taconazos que parecía que iba a cambiar los focos de la escuela, yo, que me fui de zapatos bajos, pero tipo sandalia, una abuelita que siempre asiste a las juntas, no sé si porque los padres no pueden o no viven con el niño, el caso es que solo una o dos iban mas o menos vestidas para la ocasión.
Ya sobre la marcha nos dijo que íbamos a hacer ejercicio con nuestros hijos e íbamos a tomar una clase tal como ellos lo hacían habitualmente.
El hombre este, no sé si intencionalmente o no, pero nos ha dado una sacudida que si continúo así, voy a tener que ir al quiropráctico para que me acomode todo lo que se me desacomodó: corrimos, brincamos, perseguimos a los chamacos, volvimos a correr, solo que para atrás, hicimos competencias por equipos, etc.
Estuve a punto de caerme tres veces, me lastimé un talón, no pude hacer nada que tuviera que ver con tirarse al suelo y me faltó muy poco para escupir el hígado y uno que otro órgano interno.
No dudo ni tantito que la que mas se divirtió fue mi hija, pero caramba, nada les cuesta advertir para qué va uno. El día menos pensado me da un paro cardiaco.
Fuera de toda broma, es una de las actividades que mas me ha gustado en la escuela. Las juntas regulares que se hacen, como lo dije arriba, invariablemente tienen un trasfondo que trata sobre pedir algo de dinero para cualquier cosa que se les ocurra, pero ésta vez fue diferente, divertida y educativa, porque el maestro nos hizo ver la importancia de pasar tiempo con nuestros hijos y además de que ese tiempo no necesariamente tiene que ser muy extenso, nosotros sólo estuvimos 30 minutos, pero de verdad, a mí me parecieron 3 horas; y a mi cuerpo también.