Es curioso cómo podemos tener cientos de héroes distintos en nuestra vida. Desde pequeños aprendemos a conocer y reconocer a los héroes nacionales. Nos enteramos de sus biografías, escuchamos las proezas que realizaron para darnos "Patria y Libertad". Algunos disfrutamos los relatos de nuestros maestros cuando nos narraban los sacrificios que tuvieron que hacer con tal de conseguir la tan preciada libertad que nos era negada por los conquistadores. La gran mayoría perdió la vida en el intento. Por eso siempre se les recuerda con emoción, admiración y gratitud.
Al pasar de los años nos vamos haciendo de otro tipo de héroes, mucho menos admirables que los primeros, pero que nos atrapan y se llevan nuestro reconocimiento: son héroes de papel, que de la misma manera en que llegaron, se desvanecerán. Deportistas, artistas, cantantes, gente de la sociedad, políticos, ¿? . . . mmmmhhhh. Sí ¿por qué no? Tal vez sean pocos pero seguramente los habrá (si conoces alguno por favor, envíame su nombre). Aunque definitivamente, ninguno de estos héroes modernos daría la vida por nosotros.
Pero hay otro tipo de héroe al que tenemos un poco (o un mucho olvidado): los santos.
Los Santos son nuestros héroes espirituales. Ellos también han hecho sacrificios , también han hecho infinidad de proezas diferentes y una gran cantidad de ellos ha perdido su vida en el martirio, en el sacrificio, en la enfermedad, en el sufrimiento, en la persecución. Ellos están en el cielo, y ruegan por nosotros con tal de que obtengamos también "PATRIA Y LIBERTAD". Pero de aquellas que no se acaban, que duran toda la eternidad Son nuestro modelo, son la esperanza para nosotros de que no es imposible llegar a la santidad desde nuestra humilde calidad de humanos.
Están ahí para que los admiremos y los veneremos.
¿No sería justo que, al igual que con nuestros héroes nacionales, nos interesáramos por conocer la vida de algunos de nuestros héroes espirituales?
No hay comentarios:
Publicar un comentario