En 1926, el presidente de México Plutarco Elías Calles promovió una reforma al artículo 130 de la Constitución. Esta reforma buscaba limitar o suprimir la participación de las iglesias en general en la vida pública, pero--dadas algunas características de la legislación, como el hecho que se obligaba a los ministros de culto a casarse y se prohibía la existencia de comunidades religiosas--es posible afirmar que tenían un claro sesgo anti-católico por ser esta confesión la única que en México cuenta con ministros solteros y con comunidades en las que personas deciden convivir. Debido a esto, miles de católicos decidieron formar una resistencia civil y por lo que fueron nombrados “Los Cristeros”. Miles de ellos murieron defendiendo su fe y como muestra de ello SS Juan Pablo II presidió la ceremonia de canonización a 27 de ellos (aquí solo 4) que dejaron su vida en el martirio por amor a Cristo. Este domingo, junto con ellos, estaremos levantando ese grito de amor, de unidad, de fe, de entrega que tanto los caracterizó:
¡VIVA CRISTO REY!
Nació en San Miguel del Mezquita, Zacatecas. el 13 de septiembre de 1870. Alumno del seminario conciliar de Durango, fue ordenado presbítero el 1 ° de enero de 1894. Apenas ordenado se le confió la
Parroquia de San Juan de Guadalupe, Durango., y en octubre de 1902 la de Canatlán, Durango. En la ciudad episcopal fue director espiritual en el seminario conciliar. En agosto de 1925 fue nombrado párroco de Chalchihuites, Zacatecas, su último destino, donde estuvo pocos pero fecundos meses.
Promovió la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), fundó un taller de obreros católicos y una escuela apostólica. Atento, amable, alegre y bondadoso, siempre de buen humor, sabía ganarse la simpatía de los niños. Lleno de fervor por la Eucaristía, celebraba la misa con notable piedad. Alguna vez dijo: Señor, quiero ser mártir; aunque indigno ministro tuyo, quiero derramar mi sangre, gota a gota, por causa de tu nombre.
El 31 de julio de 1926, en el último oficio religioso público que presidió, dijo, refiriéndose a la legislación anticlerical que entraría en vigor al día siguiente: El autor de esta desdicha no es el Gobierno, ni el presidente
Calles, sino los pecados de todos, y por lo mismo, no deben los católicos levantarse en armas, no es esa una conducta cristiana. Acusado de conspirar contra el gobierno, la noche del 14 de agosto, once soldados del 6° batallón de infantería, al mando del teniente Blas
Maldonado, arrancaron del lecho en el que descansaba al respetable párroco. Venimos por ti, tú estás atropellando las leyes del general Calles. Has estado diciendo Misa y bautizando y casando ocultamente. Este fue su delito. Poco después fueron capturados tres
jóvenes de la A.C.J.M. A las doce horas del día siguiente dos escoltas se llevaron de Chalchihuites, al párroco y Manuel Morales, David Roldan y Salvador Lara. El semblante del clérigo era sereno, tranquilo y sonriente. ¡Señor Cura, no nos olvide!, gritó uno. Si son mis hijos, no
los olvido. Luego, desde la ventanilla del vehículo que los llevaría al patíbulo, dijo: Les voy a impartir la bendición y, por favor, no me sigan; no pasará nada. En una encrucijada donde se dividen los caminos a Las Bocas y a Canutillo, después de caminar unos 500 metros, los
soldados se formaron en cuadro. El párroco pidió la palabra: Les ruego que en atención a los niños pequeños que forman la familia de Manuel Morales, le perdonen la vida. Yo ofrezco mi vida por la de él. Seré una víctima, estoy dispuesto a serlo. Impávida, la tropa escuchó esta
súplica. Ante la inutilidad de sus argumentos, don Luis Batis se despidió de su compañero: Hasta el cielo. Una descarga cerrada de fusilería segó sus vidas. Sus restos se veneran en la que fue su iglesia parroquial.
Nació en el municipio de Sombrerete, Zacatecas, el 8 de febrero de 1898. Muy niño llegó a radicar a Chalchihuites. Alumno del seminario conciliar de Durango, debió interrumpir su formación para atender las
necesidades de su familia. De nuevo en Chalchihuites, se empleó como dependiente de un comercio; tiempo después, con el fruto de sus ahorros pudo establecer una panadería. En 1921 contrajo matrimonio con la maestra Consuelo Loera, quien le dio tres hijos. Cristiano íntegro, gozó de la estimación de los vecinos por atento y amable; respetuoso y fiel con su esposa, padre de familia ejemplar, vivió intensamente su condición de bautizado.
Interesado en la acción social católica, se afilio al Círculo de Obreros Católicos León XIII, del que fue secretario y a la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, de la que fue socio fundador. Nutrían su vida cristiana la oración y la Eucaristía, que recibía con frecuencia; manifestó la intensidad de su fe y entrega a Dios en su trabajo, modesto y honrado. La armonía conyugal y familiar y de sus relaciones amistosas con los demás, complementaban su vida sencilla y fervorosa.
En junio de 1925 encabezó en Chalchihuites una filial de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa. La víspera de la suspensión del culto público en México, el 29 de julio de 1926, los miembros de la Liga sesionaron públicamente en la plaza de toros del lugar. Manuel arengó a los presentes: Nuestro proyecto es suplicar al gobierno se digne ordenar la derogación de los artículos constitucionales que oprimen la libertad religiosa.
Terminó su discurso con elocuencia: A los cuatro vientos y con el corazón henchido de júbilo gritemos: ¡Viva Cristo Rey y la Morenita del Tepeyac! Donaciano Pérez, presidente municipal, deseoso de arremeter contra los activistas católicos, denunció la manifestación a la
jefatura de operaciones militares de Zacatecas. El jefe militar, general de división Eulogio Ortiz, envió a Chalchihuites once soldados con la orden de aprehender y ejecutar al párroco de ese lugar y a los líderes
principales de los laicos. Los soldados se posesionaron de Chalchihuites la noche del sábado 14 de agosto, y de inmediato arrestaron al párroco. Enterado de los hechos, Manuel Morales convocó algunos vecinos para gestionar la libertad del señor cura; la reunión fue interrumpida por los soldados: ¡Manuel Morales!, preguntaron. ¡A sus órdenes!, respondió el aludido. Horas más tarde, junto con el párroco Batis, a bordo de un automóvil fue trasladado a una encrucijada de caminos. Cuando el párroco trató de salvarle la vida, alegando que Manuel tenía hijos pequeños; el aludido lo interrumpió: Deje que me fusilen, señor cura. Yo muero pero Dios no muere, Él velará por mi esposa y mis hijos. Luego exclamó: ¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe! Las balas de los rifles segaron su vida. Sus restos yacen en la parroquia de Chalchihuites.
Nació en el municipio de El Súchil, Durango., el 13 de Agosto de 1905. Alumno del seminario conciliar de Durango, dejó el plantel debido a la pobre situación de su familia. Sano del cuerpo y del alma, limpio en su conducta, simpático, lleno de vida y vigor físico y muy sociable, practicaba la charrería. Empleado de confianza en una mina, colaborador asiduo del párroco, fue presidente de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana y secretario de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa en Chalchihuites. La mañana del 15 de agosto de 1926, después de su trabajo, descansaba tranquilamente en su hogar, recibió la triste nueva del arresto del párroco. En una reunión a la que asistió para deliberar la manera de impedir cualquier atentado contra el párroco, se hicieron presentes los soldados del ejército federal, y mencionaron su nombre: ¡Aquí estoy!, respondió y lo aprehendieron. Al mediodía lo sacaron de la prisión y junto con su primo David Roldan, fue trasladado en un vehículo que debía llevarlos a Zacatecas; a poco andar, en una encrucijada del camino, Salvador y David contemplaron los cadáveres del párroco y de Manuel Morales. Los hicieron caminar algunos pasos más. Los jóvenes iban rezando. Salvador, en la plenitud de la vida se colocó frente al pelotón y con la frente en alto gritó al unísono de David Roldan: ¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe! Una descarga de fusilería segó su vida. Sus restos descansan en la parroquia de Chalchihuites.
Nació en Chalchihuites, Zacatecas., el 2 de marzo de 1902. Contaba un año de edad cuando murió su padre. Su formación académica comenzó en un colegio privado; adolescente, ingresó al seminario conciliar de Durango, estancia interrumpida por las penurias económicas. Hijo modelo, fue con su madre respetuoso, obediente y atento; procuraba evitarle todo disgusto y molestia. Era la alegría de su casa por jovial y responsable. Comulgaba con frecuencia y fue uno de los grandes cooperadores del párroco don Luis Batis. A los 17 años se integró al personal de una mina próxima a Chalchihuites; su carácter, preparación y responsabilidad, merecieron la confianza del gerente de la empresa Gustavo Windel, quien lo hizo su secretario y contador. Sostuvo relaciones de noviazgo con la hija del señor Windel que llegaron a la petición formal de matrimonio, proyecto truncado por los conflictos que se suscitaron entre los católicos y el Estado mexicano, a partir de 1926. Laico comprometido, David se afilió a la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, establecida en su parroquia, y en 1925 fue elegido presidente de la misma. Cuando se fundó una filial de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa en Chalchihuites, David fue electo vicepresidente. Sus propuestas fueron resistir de manera organizada y pacífica la llamada Ley Calles.
El alcalde de Chalchihuites, Donaciano Pérez, acusó al párroco del lugar y a sus colaboradores de incitar a la sedición. El domingo 15 de agosto de 1926 David fue aprehendido en su domicilio particular. El joven se entregó sin muestras de aflicción o temor. Un grupo de vecinos gestionaron, sin obtenerlo, la libertad de los presos. Don Gustavo Windel, ofreció al teniente un rescate, pero el verdugo, fingiendo, le dijo: No hay necesidad de dinero, sólo van a Zacatecas a fin de que den unas declaraciones, pero nada les pasará. Al mediodía, cuando salieron de la prisión para ser conducidos al patíbulo; el semblante de David no perdió la compostura. Antes de ser fusilado, alcanzó a decir: ¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!
Sus restos se guardan en la parroquia de Chalchihuites, Zacatecas.
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