Amaneció nublado, tal parecía que el cielo era el único que
guardaba tristeza por los verdaderos héroes caídos aquel 21 de abril de 1914. Amenazaba
con llorar, pero las nubes aguantaron, tal vez porque sabían que muchos
corazones lo han hecho desde hace ya 100 años, cuando la población civil y
algunos cadetes de la escuela naval y otros pocos militares que decidieron
quedarse a defender su ciudad, lo hicieron con entrega, valor y coraje mientras
veían cómo las tropas enemigas ocupaban su ciudad. Supongo que muchos de ellos
en esos momentos no tenían ni idea de cuáles eran las intenciones de los
norteamericanos, pero no les importó y salieron igualmente con un rifle, con
una pistola, con lo que tuvieran en sus manos. Pues esto es lo que conmemoramos
el día de hoy; no la victoria, pues no la hubo; sino la valentía de quienes
salieron a las calles sin saber si volverían a ver a sus familias.
Aunque nosotros tuvimos la seguridad de que íbamos a asistir
al homenaje solo unas cuantas horas antes, la realidad es que la emoción y la
determinación nos habían llevado a decidir que, sin importar en dónde nos
tocara, asistiríamos, si no al homenaje, sí
al desfile que se había programado para vestir de gala la calle
principal de nuestra ciudad.
Llegando apenas, pasamos dos estaciones de seguridad, la
primera sin novedad, la segunda. . . sin
agua ni alimentos, pues las medidas precautorias lo prohibían. En ese momento poco me importó dejar nuestros jugos recién
comprados y sin abrir, pero después. . . .
Llegamos a ocupar nuestros lugares, mucha gente ya en el
lugar, a la expectativa de lo que se había preparado para esta fecha histórica.
Marinos ensayando, oficiales pasando de un lugar a otro; pequeñas embarcaciones
de la marina patrullando; todo está en su sitio.
-
A las 11:30 de la mañana en punto, comienza la actividad. Más
de mil elementos dispuestos en unas gradas que se encontraban casi enfrente de
nosotros, en el área que ocupa uno de los muelles principales del puerto, nos
comienzan a regalar unas postales hechas
con mosaicos cronometrados y ensayados para irnos llevando de la mano de la
celebración.
Primero, la cuenta regresiva, partiendo del 10. Los más
emocionados, los niños que ansiosos porque empezara el festejo, iban contando
poco a poco los números que aparecían en aquella “pantalla humana”.
8. . . 7. . . 6. . . suenan los aplausos, un poco por premiar
el esfuerzo de los jóvenes frente a nosotros y otro poco –o mucho- por acelerar
el inicio de los actos cívicos.
La serie termina con un cartel gigante que nos regala un
BIENVENIDOS junto con la certeza de que la espera terminó.
-
¡¡Ahí vienen!! ¡¡Ahí vienen!! Se escucha gritar desde la
última parte de las gradas, aquellos que pueden ver, nos anticipan que se
acercan los grupos de cadetes marchando con su perfecta sincronía y además,
cantando las coplas del Himno de la Heroica Escuela Naval Militar.
Acto seguido, una serie de mosaicos más, a cual más,
interesante y del gusto de pequeños y mayores.
Son las 12 del día y la ceremonia da comienzo. Primero nos invitan a ponernos de pie para guardar un minuto de silencio por aquellos que perdieron la vida defendiendo el puerto. Después, entonamos las coplas de nuestro hermoso Himno Nacional.
Abriendo un paréntesis, no es mi intención causar polémica, pero no entiendo por qué a los niños y jóvenes en las escuelas se les obliga a cantar por lo menos 4 estrofas del Himno Nacional y en los actos oficiales los gobernantes solo cantan una.
Cuando ya suponíamos que se acercaba la cúspide del evento,
que significa la jura de bandera de los cadetes y la entrega de los espadines,
resulta que el tiempo pasaba y pasaba y simplemente no veíamos claro. El sol,
tal vez queriendo brindarnos esa claridad, o tal vez curioso y desesperado por
no saber qué ocurría, se asomó, primero tímido y después, creo que hasta un
poco enojado.
Tardamos unos 30 minutos en darnos cuenta que, por alguna
extraña razón, el señor Presidente de México no había arribado aún al puerto. Todos
fuimos testigos de que muy cerca de los 40 minutos, el avión presidencial hizo
acto de presencia en la lejanía y los que saben de esas cosas, decían que en 15
minutos estaría en el sitio para proseguir con la ceremonia. Y así fue.
Los actos se sucedieron con más ligereza; no sé si debido al
retraso alteraron los tiempos, o así estaba planeado desde el principio. Se
realizaron las 21 salvas tradicionales, se pasó revista a los cadetes caídos no
solo en la gesta de 1914, sino en la de 1847.
Breves palabras del Gobernador, breves también las del Secretario de Marina y finalmente, breves las del Presidente, lo cual agradecimos mucho, pues a estas alturas ya los niños estaban inquietos y “las retaguardias” adoloridas.
Breves palabras del Gobernador, breves también las del Secretario de Marina y finalmente, breves las del Presidente, lo cual agradecimos mucho, pues a estas alturas ya los niños estaban inquietos y “las retaguardias” adoloridas.
Los espadines se
entregaron a dos representantes de los jóvenes cadetes.
Finalmente, después de los discursos y alguna poesía
conmemorativa, por fin dieron inicio al desfile. Diferentes compañías pasaron
frente a nosotros mostrando su honor, gallardía y orgullo, no solo por
pertenecer a
una institución histórica, sino por representar también a aquellos que arriesgaron su vida por defender su tierra.
una institución histórica, sino por representar también a aquellos que arriesgaron su vida por defender su tierra.
Y hago un breve alto para externar mi sentir con una humilde
reflexión, es cierto que cadetes como Virgilio Uribe, Jorge Alacio Pérez y José
Azueta tomaron la decisión de defender su ciudad con valentía y perdieron la
vida en ello. Creo que, aunque hubiera sido uno, sería justo presentar honores
a toda la escuela naval.
Pero a veces siento que se deja de lado a aquellos
que, siendo civiles, y por ende, tal vez ignorantes en el majeo de armas, de
tácticas, de estrategias, etc. Se lanzaron sin dudar al fragor de la defensa,
contra uno de los ejércitos más poderosos. Sé perfecto que no se conocen los
nombres de todos los que salieron a las calles, hombres y mujeres
que por pura trinchera tenían un
cajón, una puerta o un poste de luz, pero de repente me da la impresión de que
las autoridades “robaron cámara” ante el paso de los años. Y aunque se ha
fijado la fecha para la jura de bandera y entrega de espadines de los cadetes,
se ha ido dejando de lado el verdadero y justo homenaje que se le debe a los
civiles. Porque cuando se trata de hablar y recordar la historia, nadie duda en
platicarnos sobre la resistencia civil, pero cuando se trata de aparecer bajo
el reflector, los honores son en su mayoría para los navales.
Representando a los reos del penal que también salieron a defender |
Homenaje a las mujeres que ayudaron con armas y con cuidados hacia los heridos. |
Y creo que en mucho, necesitamos hoy día de esos ejemplos, de
quienes, seriamente, llevaban tatuadas en el alma aquellas palabras que a veces
entonamos sin pensar y sin sentir:
Piensa ¡oh Patria
querida! que el cielo
un soldado
en cada hijo te dio.
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