Cada vez que por amor de Dios compartimos nuestros bienes con el prójimo necesitado experimentamos que la plenitud de vida viene del amor y lo recuperamos todo como bendición en forma de paz, de satisfacción interior y de alegría. El Padre celestial recompensa nuestras limosnas con su alegría.
Benedicto XVI
PUES SÍ, SOLO EL QUE LO EXPERIMENTA PUEDE SABER CUAN GRANDE ES EL SENTIDO DE CADA PALABRA DE ESTA ENTRADA.
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ResponderEliminarDando es como se recibe. Un beso
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