El gran pecado de OMISION del que nos confesamos al comenzar la misa, sobre el que reflexionamos tan poco y del que, por consiguiente, nunca nos acabamos de corregir.
Por ejemplo:
- ver en apuros a nuestros hermanos… y “fingir demencia”.
- mirar a la madre o a la esposa abrumada de trabajo en la casa…. Y seguir leyendo el periódico o viendo la televisión.
- pasar junto a aquella persona a la que se la ha descompuesto el auto y “seguirnos de largo”, sin preguntar siquiera qué se le ofrece.
- contemplar a la gente haciendo “colas” (y corajes) interminables frente a nuestra ventanilla o mostrador… y seguir charlando con el “cuate” o la “cuata” de la oficina.
- presenciar cómo se calumnia o se difama a un ausente… y no decir “ni pio”.
- saber que algún familiar o amigo o compañero de trabajo se encuentra en algún problema económico o legal… y “hacerse el loco”.
- abstenerse de participar activamente en las elecciones, por ejemplo, en las que se juega el destino de todos.
- ante cualquier dificultad, en la que otro se encuentra, y que quizá nosotros podríamos ayudar a resolver, y exclamar filosóficamente: “ese no es mi problema” o aclarar teológicamente (lo que es peor): “Yo no soy la Divina Providencia”, porque si es verdad que no lo somos, sí somos los instrumentos de los cuales se vale Dios para mostrarse.
Tomado del Misal Anual 2010
¡Hola Tere! Este es uno de los pecados que muy pocas veces somos concientes o casi nunca.
ResponderEliminarBesos.
Otra vez te copio la entrada porque es así que te adelantaste a mi idea. Con tu permiso.
ResponderEliminarExcelente entrada, gracias.
ResponderEliminarja ja! muy bueno Tere!
ResponderEliminaro ver que atacan a tus amigos bloguers y hacer como si no lo hubiéramos leído, como han hecho todos (menos 4) bloguers espanoles conmigo, cuando me amenazaron de muerte del ministerio de defensa de su país y nadie dijo nada e incluso algunos me culparon a mí, claro: "la víctima es culpable" ;)
saludos por México, desde Alemania!