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jueves, 28 de febrero de 2013
HASTA SIEMPRE
Imagen tomada de:
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lunes, 25 de febrero de 2013
TESTIMONIO VIVIENTE
Evangelio según San Juan
1:1 En el principio existía la
Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
1:2 Ella estaba en el principio
con Dios.
1:3 Todo se hizo por ella y sin
ella no se hizo nada de cuanto existe.
1:4 En ella estaba la vida y la
vida era la luz de los hombres,
1:5 y la luz brilla en las
tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
1:6 Hubo un hombre, enviado por
Dios: se llamaba Juan.
1:7 Este vino para un testimonio,
para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
1:8 No era él la luz, sino quien
debía dar testimonio de la luz.
1:9 La Palabra era la luz
verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
1:10 En el mundo estaba, y el
mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
1:11 Vino a su casa, y los suyos
no la recibieron.
1:12 Pero a todos los que la
recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su
nombre;
1:13 la cual no nació de sangre,
ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
1:14 Y la Palabra se hizo carne,
y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que
recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
1:15 Juan da testimonio de él y
clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto
delante de mí, porque existía antes que yo.»
1:16 Pues de su plenitud hemos
recibido todos, y gracia por gracia.
1:17 Porque la Ley fue dada por
medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
1:18 A Dios nadie le ha visto
jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.
Yo creo que nosotros, que yo debo
ser como Juan el Bautista, que debo dar testimonio de Él, de la Palabra que es
Luz que brilla en las tinieblas. A mí me toca profundamente este texto del
Evangelio, porque siento que no he sabido ser testimonio en mi vida ni en mi
familia ni en mi trabajo. Y no se trata de ponerme a gritar a voz en cuello las
maravillas que ha hecho Dios por mí, sino de saber transmitir con mi vida y con
mi actitud, lo que puede hacer Dios en la vida de quienes creen en Él.
Hoy, oro porque desde mi lugar,
sepa yo transmitir lo mucho que Él ha hecho por mí y por mi familia y por mis
amigos. Y que sepa ser, como lo decía nuestro querido guía espiritual, Humberto
Sánchez (QEPD): testimonios vivientes del amor de Dios y de que Jesús vive.
sábado, 23 de febrero de 2013
PESCADOR
Hay muchas cosas que me apasionan en la vida, y entre ellas está la fotografía. No soy tan buena como realmente me gustaría ser, pero de vez en cuando tomo fotos decentes.
Así que de repente les compartiré alguna que otra foto que me ha gustado un poco para que conozcan un poco mas de la tierra donde Dios dispuso que yo naciera.
En la zona conurbada de Veracruz-Boca del Rio, se dan cita numerosos pescadores aficionados que gustan de permanecer horas frente al mar, esperando la pesca oportuna mientras se disfruta de un atardecer espectacular como éste que nos tocó vivir a mis hijas y a mí.
Pasear por el boulevard es una acitivdad que disfrutan cientos de porteños y los miles de turistas que nos visitan durante todo el año.
viernes, 22 de febrero de 2013
CUANDO DIOS DICE: “TENGO OTRA IDEA”
Por Michelle Arnold
Me encanta leer historias de conversión. He
leído tantas que a veces no recuerdo exactamente lo que un converso dijo sobre
su viaje, sólo que él entró en la Iglesia. Ese
es el caso con una historia que recuerdo haber leído hace años, probablemente
en una antología de relatos de conversión. No
recuerdo mucho de los detalles, sólo un relato extraordinario acerca de la
oración respondida.
Este converso había asistido a un seminario protestante famoso en los EE.UU., uno que había estado viendo a un sorprendente número de sus alumnos entrar en la Iglesia Católica. Cuando el converso contaba su historia de conversión a un sacerdote religioso de orden, mencionó al sacerdote que había estado en el seminario protestante. El sacerdote le preguntó el nombre de la escuela. "Oh, probablemente nunca han oído hablar de ella", dijo el converso; a continuación le dijo el nombre de la escuela. El sacerdote sonrió y dijo que conocía muy bien la escuela. Él solía enseñar allí.
Este converso había asistido a un seminario protestante famoso en los EE.UU., uno que había estado viendo a un sorprendente número de sus alumnos entrar en la Iglesia Católica. Cuando el converso contaba su historia de conversión a un sacerdote religioso de orden, mencionó al sacerdote que había estado en el seminario protestante. El sacerdote le preguntó el nombre de la escuela. "Oh, probablemente nunca han oído hablar de ella", dijo el converso; a continuación le dijo el nombre de la escuela. El sacerdote sonrió y dijo que conocía muy bien la escuela. Él solía enseñar allí.
El converso se sorprendió, por lo que el sacerdote explicó. La
propiedad en la que el seminario protestante estaba ahora operando solía ser
una escuela católica de chicos a cargo de esta orden religiosa del sacerdote. Durante
muchos años, los sacerdotes que dirigían la escuela habían rezado por las
vocaciones al sacerdocio entre los niños que enseñaban. A
continuación, la escuela tuvo que cerrarse y la propiedad fue vendida al grupo
protestante que comenzó el seminario del converso.
Las oraciones por las vocaciones sacerdotales habían producido fruto inesperado. Sus oraciones habían sido por las vocaciones al sacerdocio entre los muchachos que enseñaban. Dios respondió con vocaciones a la Iglesia entre los estudiantes del seminario protestante.
Las oraciones por las vocaciones sacerdotales habían producido fruto inesperado. Sus oraciones habían sido por las vocaciones al sacerdocio entre los muchachos que enseñaban. Dios respondió con vocaciones a la Iglesia entre los estudiantes del seminario protestante.
Yo tuve una experiencia parecida recientemente, con una respuesta
inesperada a la oración que me recordó esa historia.
Cuando el cardenal Joseph Ratzinger fue elegido al papado en 2005, una de
las preocupaciones comunes que muchos tenían era que él acababa de cumplir 78
años. ¿Podría
ser que su pontificado fuera inusualmente corto? Después
de todo, Juan Pablo I había muerto después de sólo un mes en el papado en 1978
y era 10 años más joven cuando fue elegido, que cuando lo fue Benedicto XVI.
Benedicto, en algunas declaraciones hechas después de aceptar las
elecciones, parecía pensar que su pontificado sería "corto", que en
su momento fue considerado como una referencia a su avanzada edad.
Entonces decidí orar por la continuidad de Benedicto XVI en el papado, que
yo a veces, en broma, decía esperar que durara décadas. Yo
sabía que décadas no era probable, pero tampoco quería ver un final prematuro a este papado. Así
que redacté una breve oración para pedir lo que yo quería que fuera un largo
pontificado de este Papa, pero añadí una frase para “cubrirme”, porque me
acordé de la oración de Cristo, que "no se haga mi voluntad, sino la
tuya" (Lucas 22:42). Después
de los primeros años del pontificado del Papa Benedicto XVI, no se me ocurrió
rezar esa oración muy a menudo, pero de vez en cuando la recordaba. Entonces la rezaba de nuevo, por si acaso. Porque
me ha encantado este Papa tanto y quería que estuviera con nosotros durante
tanto tiempo como fuera posible.
Luego, la renuncia se produjo; un final a este pontificado que nadie podría
haber esperado, sin importar cuantos signos
o banderas se desplegaran. Y me acordé de nuevo la oración:
“Señor, por favor dale [Papa Benedicto XVI] el tiempo necesario para hacer todo lo que tienes que hacer a través de él, dejando sin hacer sólo aquello que Tú quieres que otro haga”.
Yo de ninguna manera podría anticipar cómo Dios iba a interpretar esa oración, pero parece evidente, a la luz de los acontecimientos recientes, que concedió la oración de una manera totalmente inesperada. Me debatía entre dejar salir un angustiado grito del corazón ("¡Señor, yo no quise decir eso!"), o sonreír, al ver cómo Dios escribe derecho con renglones torcidos.
“Señor, por favor dale [Papa Benedicto XVI] el tiempo necesario para hacer todo lo que tienes que hacer a través de él, dejando sin hacer sólo aquello que Tú quieres que otro haga”.
Yo de ninguna manera podría anticipar cómo Dios iba a interpretar esa oración, pero parece evidente, a la luz de los acontecimientos recientes, que concedió la oración de una manera totalmente inesperada. Me debatía entre dejar salir un angustiado grito del corazón ("¡Señor, yo no quise decir eso!"), o sonreír, al ver cómo Dios escribe derecho con renglones torcidos.
Si hay una moraleja en esta historia, me imagino que es ser cuidadoso con lo que pedimos. Usted bien podría conseguirlo. Pero lo que se obtiene puede ser también totalmente inesperado.
Original en inglés publicado aquí:
miércoles, 20 de febrero de 2013
MAMÁ COMETIÓ UN CRIMEN
Cuando fui adolescente tuve
muchos problemas con mi madre. Fui muy rebelde y desordenada y eso ameritaba
que constantemente estuviera regañada, con castigos o cosas semejantes. Sin embargo,
aunque en su momento me sentía la víctima que recibí la mayor injusticia en el
mundo, no podía hablar mal de ella ante otros y me hervía la sangre cada vez
que alguien siquiera intentaba hacerlo.
Hoy por hoy, yo veo cómo mis
amigos, familiares, conocidos en las redes sociales exaltan a sus madres, las
veneran y se enorgullecen de todos los trabajos y vicisitudes que hubiera
tenido que pasar para sacarlos adelante. Tal vez nunca tuvieron problemas con
ella en su adolescencia o tal vez –como yo- al paso de los años se han dado
cuenta que no vale la pena darle vueltas a las mismas cosas, ahora ya en el
pasado.
Pero hay algo que me duele mucho
en este tema. A nosotros –y me refiero a mis amigos y a mí, los que crecimos
espiritualmente en el Grupo de Convivencias Pedro y Juan- nos enseñaron que la
Iglesia es nuestra madre –y creo que literalmente lo ha sido-. Nos enseñaron
que así era como debíamos verla, pues en ella nacimos, ella nos ha nutrido con
la enseñanza del Evangelio, ella nos ha arropado con los Sacramentos y en ella
hemos vivido los mejores años de nuestras vidas, muchos incluso encontrando ahí
a los mejores amigos en la vida o a los compañeros sentimentales que nos
acompañarán hasta el fin de nuestra existencia. Sin embargo, tal como tantas
veces nos enseñaron, nos hemos convertido –algunos- en los peores señaladores
de nuestra madre espiritual, en los más acérrimos críticos y en los más crueles
observadores de sus defectos, pero dejamos de lado sus valores y sus virtudes. Es
decir, somos injustos con esa madre a la que nos enseñaron a amar y respetar.
Y creo que es exactamente lo
mismo que en el ejemplo primero. Todos tenemos problemas, todos en algún
momento tuvimos un desacuerdo con nuestras madres biológicas, algún enojo,
alguna injusticia. Muchos de nosotros los tuvimos en mayor cantidad y otros más
apenas algo para recordar y de lo cual aprender. Sin embargo hoy por hoy,
podemos entenderla, justificarla, valorarla y venerarla porque entendemos lo
que pudo haber sentido y sus posibles razones.
Sin embargo, para nuestra madre
espiritual no tenemos ese entendimiento, esa comprensión ni valoración. Preferimos
hablar de sus defectos, de las veces que ha caído –y no toda-, de los errores
que ha cometido; en lugar de hablar de los momentos en que ha sufrido por
preservar la fe, de todo el bien que hace en el mundo a cada momento, de los
mártires y santos que han dado su vida por ella y que han servido para
fortalecerla para ti y para mí, para que tengamos libertad de religión, para
que podamos vivir nuestra fe como queramos, para que –incluso- podamos ver,
evaluar y AYUDAR a corregir sus errores.
Yo dejo una pregunta en el aire:
si tu mamá biológica, cometiera un crimen, uno que mereciera la cárcel (nadie
está exento) o peor aún, fuera involucrada y acusada injustamente por un delito
que NO cometió, ¿cómo te gustaría que se tratara su caso? ¿Qué sentirías al
escuchar a otros acusándola sin tener pruebas? ¿Qué harías si vieras que las
autoridades y los medios de comunicación se empeñaran en presentarla como una
criminal sin escrúpulos y se recrearan en publicar y publicar mentira tras
mentira y te dieras cuenta de que cada vez más personas se inclinaran por
pensar que verdaderamente tu mamá es la peor persona del mundo? ¿Qué sentirías?
¿Qué harías?
Solo busco reflexionar un poco
acerca de lo fácil que se está convirtiendo el señalar los defectos y
carencias, en lugar de ayudar para defender o defender ayudando.
martes, 19 de febrero de 2013
CORAZÓN DESIERTO
En la Cuaresma hay un llamado en
la Palabra de Dios para activar nuestra fe, es decir, es un trabajo que
requiere “despejar” el terreno que es nuestro corazón; en el Evangelio, el
Espíritu llevó a Jesús al desierto. También nosotros debemos hacer “desierto”
en nuestra vida, entendiéndolo no como lugar de muerte y desolación, sino en el
sentido de apartar lo que nos estorba, dejar nuestro corazón libre de obstáculos.
La gran tentación a la que estamos expuestos la mayoría de los que frecuentamos
la Iglesia es la de reducir la fe al puro culto, prescindiendo de otros
compromisos. Más aun, ese puro culto lo reducimos aún más, dejando en una serie
de celebraciones y prácticas que realizamos por simple costumbre y que no
vivimos, no afectan a nuestro interior, no conducen a una verdadera conversión
al Dios de la vida.
Un vecino encontró a Francisco cuando éste estaba buscando algo de
rodillas
-
¿qué andas
buscando?
-
Mi lave. La
he perdido
Y arrodillados los dos se pusieron a buscar
la llave perdida. Al cabo de un rato, dijo el vecino:
-
¿Dónde la
perdiste?
-
En casa
- ¿Santo
Dios! Y entonces, ¿por qué la buscas aquí?
-
Porque hay
más luz.
¿De qué vale
buscar a Dios en los lugares santos, si donde lo has perdido ha sido en tu
corazón? Que esta Cuaresma sea una oportunidad para reavivar la fe y para
encontrarte con el Dios de la vida y de bondad en ti.
5 Minutos de Oración en el Hogar.